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El ajo negro es especialmente rico en compuestos fenólicos como la S-alilcisteína o la S-alil-mercaptocisteína, de acción antioxidante. Aporta, además, vitamina C y otras sustancias también antioxidantes de alto valor como los flavonoides, que lo convierten en un buen estimulante inmunitario. Al igual que el ajo de siempre, es un gran antibiótico natural, útil para prevenir y combatir resfriados y otras infecciones.

Además, ayuda a mantener buenos niveles de presión sanguínea y facilita la función hepática, eliminando restos de lípidos y colesterol dañino. Esto lo convierte en un buen recurso ante la astenia primaveral. Al facilitar la circulación mejora también los dolores de cabeza por insuficiente riego sanguíneo. Se considera un buen energetizante natural y un gran aliado frente al reúma, la gota, la artritis y procesos que cursan con dolor muscular.

También estimula el tránsito intestinal. Y, al ser antiparasitario, ayuda a controlar la candidiasis intestinal y los parásitos en los niños.

Para aprovechar bien su poder medicinal y empezar el día con energía se aconseja consumir entre uno y tres dientes diarios antes del desayuno. Pero también se puede usar en numerosas recetas, a las que dará un toque original y delicioso.

5 veces más fenoles que el ajo blanco

Lo que diferencia al ajo negro del blanco, más allá de su textura y sabor, es su mayor riqueza antioxidante. Esto se debe a que en la maduración la alicina se transforma en S-alilcisteína, tetrahidro-carbonilos, alcaloides bioactivos y flavonoides.

Los antioxidantes no solo son más abundantes posee 5 veces más polifenoles, unos compuestos considerados anticancerígenos sino que doblan la capacidad del ajo fresco para atrapar radicales libres, agentes que pueden dañar las células.

El cuidado proceso de elaboración del ajo negro

El ajo negro tarda varias semanas en desarrollar sus cualidades. Los antioxidantes alcanzan su pico a los 21 días de maduración.

Los bulbos de ajo se dejan fermentar con la piel a una temperatura suave y constante de 65 a 80 °C y una alta humedad controlada. Con el paso de los días las reacciones de Maillard (reacciones químicas producidas entre las proteínas y azúcares cuando éstos se calientan) los van dotando de tonos rojizos y después negros.

El proceso es totalmente natural. No se añaden aditivos ni conservantes, pues el ajo mantiene sus propiedades.